Corrección de libros: qué tipos existen y cuál necesitás para publicar sin problemas

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Tienes el manuscrito listo y estás pensando en qué camino tomar: publicar con una editorial tradicional o autopublicar. Si aún tienes dudas, revisa nuestro artículo ¿Publicación tradicional o autopublicación? ¿Qué y cómo elegir? 

Si ya estás decidido por la autopublicación, aquí te contamos todo lo que necesitas saber sobre la corrección de tu manuscrito

Luego de que has puesto el punto final en tu archivo, seguro quieres correr a toda velocidad lo que queda del maratón que ha significado autopublicar tu libro. Cuidado, aún quedan varios kilómetros. Si no eres profesional de la escritura, e incluso si lo eres, necesitas que tu manuscrito sea corregido. La corrección es un sí o sí en la producción editorial.

Los libros de los más grandes autores publicados son corregidos por las editoriales. La industria tradicional no se salta este paso. Es algo esencial. 

Los libros se corrigen básicamente porque somos humanos, porque nos equivocamos, porque somos finitos, porque las normas cambian, porque tenemos sesgos, porque… En fin, por un sinnúmero de razones, todo libro debe pasar por un proceso de corrección e incluso por las manos de más de un corrector. Aunque esto sería lo deseable, lamentablemente la agilidad de la industria ha llevado a que casi desaparezcan la corrección de estilo y la ortotipográfica. Es más, lo ideal sería que un libro tenga al menos dos correctores distintos.

Objetivos y desafíos de la corrección de un libro

Te adelantamos algo: que tu libro se haya corregido no significa que se publique sin error alguno. Los correctores también son humanos. Y alguna que otra errata se escapará. La promesa de la corrección no es un texto perfecto. 

Lo que la corrección persigue es minimizar lo más posible los errores para facilitar la comunicación con el lector, para que este se sienta cómodo y complacido leyendo tu libro, que disfrute del acto de la lectura, que no se distraiga con una página en la que saltan a la vista los errores. 

También busca que el libro sea competitivo en un mercado gigantesco en el que probablemente, minutos antes de que tu libro fuera publicado, se publicó otro que sí pasó por corrección de estilo y ortotipográfica. 

Corregir tu texto le comunica al lector que valoras tu mensaje entregándolo con claridad y calidad, adaptado a los estándares del mercado.

La lectura de un texto con erratas que se atraviesan cada tanto puede ocasionar interrupciones que lleven al lector a distraerse del mensaje que le quieres hacer llegar, porque la “forma” y el “cómo” le hacen ruido y le dificultan seguir “qué” estás diciendo. 

El discurso es una sucesión de signos, palabras, frases, ideas, pensamientos, y los traspiés —erratas, imprecisiones, sintaxis complicada, etc.— interfieren en la marcha y el recorrido, es decir, obstaculizan la lectura. Pueden, incluso, distorsionar el mensaje. Ejemplos hay muchos, algunos célebres, como el de “Vamos a comer niños” en lugar de “Vamos a comer, niños”. 

Un texto plagado de errores puede hacer que un lector se desencante y abandone la lectura. 

Debido a que es imposible prestar atención a todo al mismo tiempo cuando hablamos de revisar un texto, existen distintos tipos de corrección que corresponden a diferentes etapas del proceso de producción e involucran diversos aspectos de la lengua.

Tipos de corrección

Corregir un texto no es solo eliminar erratas y faltas de ortografía, así que no basta con utilizar el diccionario de Word, Google Doc u otros programas de edición y corrección de textos. Tampoco alcanza con que demos a leer el material a otras personas. 

La corrección requiere un profesional con criterio formado en el oficio que pueda lograr la unificación de la escritura, el uso preciso de signos, la precisión ortográfica, léxica y semántica, que conozca la normativa ortográfica actual. 

Los programas avanzan rápidamente, pero no han llegado al nivel de resolución de una persona que tiene años en el oficio. Y, también hay que saberlo, corrigen sin distinción. Pueden sugerir una tilde en un “aun” que equivale a “incluso”, porque su criterio llega hasta reconocer los signos más no siempre interpretan el contexto. Así que, los programas ayudan a corregir errores ortográficos evidentes, pero no son la solución. 

Veamos los dos tipos de corrección más importantes: la corrección de estilo y la ortotipográfica.

Corrección de estilo

Contrariamente a lo que parece, la corrección de estilo no busca cambiar la forma de escribir del autor de la obra ni transformar su estilo de escritura. Una buena corrección de estilo siempre respeta la huella o impronta del autor en el texto

Este proceso implica:

  • Eliminar los errores y las imprecisiones de vocabulario.

  • Corregir el mal uso de los signos de puntuación.

  • Aumentar la riqueza léxica y eliminar muletillas, vicios léxicos, repeticiones.

  • Corregir los errores gramaticales y ajustar el texto a las normas y a los usos asentados.

  • Solventar las inconsistencias sintácticas (concordancia, correlación de tiempos verbales, régimen preposicional, etc.), darle mayor fluidez y adecuación al texto mediante la elección de recursos sintácticos precisos y bien trabajados (conectores del discurso, oraciones subordinadas, eliminación de pleonasmos, etc.).

  • Adecuar el texto a las normas y directrices de estilo que disponga el editor.

En definitiva, el objetivo de la corrección de estilo es que el texto sea comprensible para el lector al que está destinado.

Esta corrección se realiza en un procesador de textos, idealmente antes de que se lleve a cabo la maquetación —es decir, el diseño del interior del libro—, para poder intervenir de manera profunda el texto y que el autor revise los cambios sugeridos por el corrector y le alerte sobre cualquier asunto que quiera revisar en conjunto con él.

Pero… ¡cuidado! Como autor, no puedes confundir corrección con edición. Editar es un proceso mucho más complejo, que es previo y que implica, entre otras cuestiones, comprobar que el registro de la lengua sea el adecuado, detectar inconsistencias en el contenido del texto, analizar la claridad y la eficacia de la estructura, reorganizar los fragmentos del texto que lo requieran para que cumpla su intención, detectar errores de concepto, inconsistencias internas, anacronismos u otros problemas, decidir si el texto necesita ir acompañado imágenes que lo complementen. 

Como te darás cuenta, no debes pretender que el corrector cumpla el papel de un editor, ¡son roles muy distintos! Tampoco debemos confundir estilo con ortotipografía.

Corrección ortotipográfica

En líneas generales, la corrección ortotipográfica es aquella que busca subsanar tanto errores gramaticales y tipográficos como unificar criterios editoriales; entre ellos, el uso de mayúsculas, cursivas, comillas y negritas; la escritura de cantidades; la puntuación de diálogos o listas de ítems. 

Entre las acciones que involucra este tipo de corrección, se encuentran las siguientes:

  • Corregir los errores ortográficos y de puntuación.

  • Ajustar la ortografía a las normas de la lengua.  

  • Supervisar la existencia real de las referencias que se mencionan en el texto.

Cuando el texto ya ha sido maquetado, esta corrección involucra nuevas acciones:

  • Evitar la aparición de líneas aisladas a principio y final de página.

  • Supervisar las jerarquías de títulos y el tipo de letra en ellos.

  • Evitar los espacios muy grandes entre palabras o en varias líneas consecutivas.

  • Cuidar que no haya repetición de sílabas en renglones consecutivos y palabras mal separadas al final de renglón.

  • Realizar la revisión de elementos gráficos (líneas de separación, cuadros, esquemas).

  • Chequear que en todas las páginas haya encabezado, pie de página, foliación.

  • Controlar la correspondencia del índice con la obra.

La corrección de estilo y la ortotipográfica suelen hacerse en un mismo momento. Y al finalizar ese proceso, una vez que el texto está montado en el diseño interior del libro, es ideal y sumamente recomendable la corrección de pruebas. 

Esta es la última que se realiza y busca cerciorarse de que todos los cambios señalados en las etapas anteriores se han realizado correctamente. Muchas veces sucede que, al introducir una modificación, algunas cosas se mueven de lugar… ¡Siempre es mejor prevenir que lamentar!

Supera el miedo a la corrección

Muchos autores le temen a la corrección de estilo, y así se lo hacen saber a sus editores cuando dicen “Yo no quiero que cambien mis ideas”, “esta es mi forma de decir las cosas”, “no cambien mi estilo”. Pero, como vimos, la corrección de estilo no modifica el “estilo” del autor, sino que lo unifica, lo hace comprensible allí donde no lo era, resalta las fortalezas del texto al otorgarle coherencia, precisión, claridad con el fin de lograr una lectura amigable y fluida. 

Ahora que entiendes el alcance de la corrección de estilo y sabes qué es la corrección ortotipográfica, ¿identificas cuál es tu necesidad?

Si bien un corrector profesional está capacitado para corregir casi cualquier tipo de texto, hay quienes se enfocan en revisión de textos literarios y quienes están más familiarizados con los textos de no ficción o libros técnicos. Por eso, su especialización resulta un factor clave y, a la hora de contratarlo, es importante transmitirle de qué tipo de material se trata y a qué ámbito irá dirigido. 

Además de tener en cuenta las habilidades propias de cada corrector, debemos preguntarnos: ¿cuál es el costo de la corrección? ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por este servicio? 

Los costos de corrección son muy variados y dependen –—en gran parte— del tipo de trabajo que requiera, del grado de especialización del corrector, del tiempo del que se dispone para hacer la corrección, entre muchos otros factores. Lo más recomendable es investigar sobre las tarifas de este servicio antes de iniciar el proceso.

Ahora… ¡cuidado! Ser un filólogo o profesor de lengua no es suficiente para mejorar un texto; por eso no es conveniente basarse solo en el expediente académico del corrector. Alguien puede ser muy bueno enseñando pero no ejecutando. Por eso es de utilidad pedirle que acredite experiencia en la corrección de textos de características similares; por ejemplo, para textos técnicos, es conveniente que el corrector tenga conocimientos intrínsecos a la temática. 

¡Claramente no es lo mismo corregir un libro de matemática que uno de sociología!

Otra buena idea es pedir recomendación a alguien que haya tenido buenos resultados con un corrector y, aún mejor, hacerlo con nosotros.

Desde Activo Editorial, además de trabajar con excelentes profesionales que saben muy bien lo que hacen, nos encargamos de coordinarlos. Nuestra plataforma de servicios editoriales pone a tu disposición un coordinador editorial que estará acompañando y supervisando el trabajo en todo momento.

Puedes conocer más sobre el rol de coordinación editorial en este artículo, y entender también por qué es el perfil que podrías estar necesitando para autopublicar tu libro.

Ya sabes, si encuentras una errata luego de la publicación, equivocarse es de humanos. Piensa en todo lo que sí se corrigió y cómo ese cuidado hace de tu libro una edición con calidad, pensada para un lector exigente que valorará tu mensaje.

 

¿Tienes un libro escrito?

Te acompañamos a producirlo, publicarlo y difundirlo.

Walter Giu

Trabajo en Estrategia y Dirección de contenidos para empresas y proyectos digitales

https://waltergiu.com
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